martes, 1 de julio de 2014

“Al hincha no le importa el oro olímpico” (Diario Cruz del Sur)


Alejandro Mangiaterra | Cruz del Sur

Disputó 66 partidos internacionales con la Selección e hizo 11 goles. Jugó el Mundial de Japón-Corea 2002 y se quedó afuera de Francia 98 por muy poco. Fue uno de los emblemas del equipo argentino que consiguió por primera vez el Oro Olímpico para el fútbol en Atenas 2004. Cristian “Kily” González se ha convertido en parte importante de la historia del seleccionado nacional y gracias a sus cualidades y personalidad fue considerado el mejor extremo del mundo jugando para el Valencia de España. Un hombre que no tiene tapujos en criticar la postura egoísta del hincha que prefiere identificarse con su club y despreciar a la selección. Por decir lo que piensa, por pensar lo que dice, más de un beso le dieron y más de un bofetón.

—¿Qué cosas pasan por tu cabeza cada vez que aparece junio en el calendario?

—Haber vestido tanto tiempo la camiseta de la selección hace que cuando se aproximan fechas como estas aparezcan muchos recuerdos. Situaciones como las que vivimos hace poco con la lista que entregó Sabella me llevan imaginar lo que estarán sintiendo los jugadores ahora que se define la convocatoria. Es un momento inigualable.

—¿Qué experiencia tuviste respecto de estos episodios en los que el DT elige a 30 en una lista previa a la definitiva?

—Yo estuve de los dos lados del mostrador. Fui parte, en mis primeros años, de los que estaban en duda y después formé parte de los que se sentían parte y que sabían que iban a estar. Recuerdo esos momentos en los que vivía con mucho nerviosismo, la expectativa y la ansiedad de la familia. Sobre todo en la previa del Mundial 98, porque yo era chico y cada vez que llegaba a entrenar me encontraba con monstruos. En esa me quedé afuera y en la otra, con Bielsa, fui titular. Fueron sensaciones muy distintas, por el momento que vivía en cada caso: por lo inexperto de la primera vez y por lo asentado de la segunda.

—Para el Mundial de Japón-Corea creo que nadie tenía dudas de que ibas a integrar la lista. Incluso nadie dudaba que ibas a ser titular.

—Yo me sentía importante en ese grupo pero siempre tenés esa pequeña duda de saber si vas a estar, si realmente lo que sentís es convalidado del otro lado, desde la visión del entrenador. Hasta Messi hoy debe tener ese cosquilleo interno y nadie duda de que él va a estar en la selección. Sin embargo, la confirmación de la lista siempre genera nervios. Para el Mundial 2002 sabía que solamente algo raro como una lesión o algún otro imponderable me podía dejar afuera. Yo no estaba seguro pero me sentía adentro.

—Así como vos sabías que ibas, había compañeros que no tenían esa seguridad ¿cómo los veías?

—Esa sensación la viví yo antes del 98 y te puedo asegurar que es muy difícil de sobrellevar. Yo formé parte de la última convocatoria de Eliminatorias contra Colombia en la cancha de Boca. Después, cuando el técnico dio la lista me quedé afuera. Fue un golpe muy duro pero uno tiene que aceptar que se trata de la Selección y que tienen que estar los mejores. Yo siempre me pregunté internamente si estaba preparado para jugar en la Selección porque no todo el mundo lo puede hacer. Hay cientos de ejemplos de jugadores que son figuras en sus clubes pero que en la selección no juegan. La camiseta argentina es muy especial, representa muchísimas cosas, se la puso mucha gente que ha hecho historia, entonces es un desafío para el cual hay que estar preparado. Esa era mi duda.

Cuando ya habías conseguido integrar la lista del Mundial 2002, ¿tu cabeza tenía tiempo para pensar en los momentos en los que la peleabas desde afuera o el foco estaba puesto en ese momento particular?

—Cuando uno logra los objetivos, cuando gana partidos importantes o hace algún gol en un clásico, siempre se te cruzan por la cabeza los recuerdos menos pensados. Estar en la lista para el Mundial era un objetivo y ahí también pensás en los momentos en los que la luchaste y en los sacrificios que hicieron tus allegados por vos. Vengo de una familia orgullosamente humilde y siempre tuve en la cabeza cómo empecé y todo lo que me costó. Ahí es cuando uno le da el verdadero valor a los sacrificios que hizo y a los que hicieron por uno.

—¿Les faltó un título que marcara lo brillante que fue la camada que integraste?

—Sabemos todos que en nuestro país lo único que importa es salir campeón y si salís segundo no servís. Entonces uno debe convivir con esta idea que tiene el hincha. Es más, ganamos el único título que faltaba para el fútbol argentino que era una medalla de oro olímpica y para la gente no pasó nada. El hincha con menos de una Copa América no se conforma y esas selecciones que integramos no consiguieron ningún título de los que son importantes para la gente. En nuestros clubes teníamos títulos para regalar: copas de Europa, títulos locales, Intercontinentales. La mayoría de mis compañeros han tenido carreras maravillosas pero no pudimos reflejar esos grandes momentos en los mejores clubes del mundo cuando jugamos con la selección.

—De todas maneras, a pesar de ser poco valorado, el oro olímpico no debió ser tan fácil de obtener porque hasta ustedes nunca se había conseguido.

—Claro, eso es lo que molesta un poco. Nosotros sabemos que Argentina tiene capacidad y hasta la obligación de ganar el Mundial, las Copas Américas que juegue y demás, pero ese título en Atenas es muy meritorio y además muy lindo para nosotros. Ahí volvimos a tomar contacto con el amateurismo que tuvimos de chicos, el valor de lo grupal, el apoyo de tus pares: los deportistas de otras disciplinas. Además lo ganamos de la mano de Bielsa que era como una especie de revancha que nosotros necesitábamos regalarle. En lo personal fue importantísimo, entré en la historia del fútbol argentino y eso es muy lindo. Tuve la chance de portar la antorcha olímpica y fue increíble. Eso fue más fuerte que el título. Lo que sentí en ese momento fue impresionante: que mi familia vea una gigantografía con mi cara llevando la antorcha es muy lindo y a la vez muy difícil de describir lo que se siente en ese momento.

—¿Observás que el rosarino se identifica con la selección?

—Los rosarinos somos muy especiales, vemos primero la camiseta de nuestro club. Me he cruzado en otro tiempo con hinchas que pretendían que a la selección no le fuera bien porque la dirigía Bielsa, aunque jugara yo. Y del otro lado, lo mismo respecto del valor que hoy tiene Di María como símbolo de Central. Eso es lo que uno a veces no entiende. Argentinos somos todos y hay que apoyar a los que estén. Hace poquito Tévez dio un buen ejemplo. En medio de la polémica por su ausencia, dijo: “ya está, no hay que buscar problemas donde no los hay y ahora hay que tirar todos para el mismo lado”. Eso es lo que hay que valorar.

—¿Tuviste una relación muy especial con Bielsa a pesar de estas cuestiones folclóricas?

—De muchísimo respeto de mi parte. Yo era un jugador que se chocaba contra las paredes si no me decían que tenía que parar. Y Bielsa me agarró a los 25 años y sacó lo mejor de mí. Yo tenía una virtud y era la dinámica, pero a partir de Marcelo empecé a mejorar tácticamente, a leer los partidos. Con todo el respeto del mundo a todos los entrenadores que he tenido, para mi viene Bielsa y después el resto. Todo el mundo sabe que soy hincha de Central y que me desvivo por mi club pero no puedo negar a un tipo que me enseñó todo. Gracias a él fui uno de los mejores extremos del mundo en el Valencia y gracias a él fui transferido al Inter. Sería muy hipócrita si no lo reconociera.

—¿Siempre fue buena tu relación con Bielsa?

—Sí, de admiración de mi parte hacia él y creo que él también tiene aprecio por mí. Igualmente había cargadas y hasta reproches. En la primera convocatoria fuimos a Holanda para conocernos. Luego del entrenamiento, me llama y me dice ¿sabe cómo salió el clásico entre Newell´s y Central? Creo que ellos habían ganado 4 a 0. Yo me quedé helado, no pensé que me pudiera cargar por la derrota. Lo insulté por dentro. Y cuando me estaba yendo, me paré y le dije: “Marcelo usted me cagó la adolescencia”. De su mano Newell´s había sido un par de veces campeón y yo era chico y lo sufría. Me frenó y me respondió: “Discúlpeme”, con toda la seriedad del mundo.

—¿Cómo analizás el presente de la selección?

—La veo bien. Tenemos un poder ofensivo espectacular, como muy pocas selecciones en el mundo. Los chiquititos de arriba son maravillosos. Claro que se cuestiona un poco a la defensa porque se le llega mucho, pero el que no arriesga no gana. Entonces, al tener un equipo con tanta gente que va para adelante hay que compensarse bien pero es cuestión de trabajo. Es cierto que no tienen el nombre de las súper estrellas de los delanteros pero también juegan en los mejores clubes del mundo, eso quiere decir que capacidad tienen.

No hay comentarios.: