miércoles, 26 de octubre de 2011

CristianKilyGonzález.blogspot.com: "Un gol que aplaca la ira" (Levante-emv.com)

Ambiente. La grada fue comprensiva con el equipo. Y es que, desde el primer instante, la afición entendió que debía empujar y no enmarañar más. Con el gol de Muniáin, Mestalla enmudeció y, cuando empezaba a desatarse la ira de la hinchada Soldado marcó y frenó el malestar.
 
AMPARO BARBETA VALENCIA Emery y Llorente le deberían de haber dado anoche las gracias a Roberto Soldado. El gol del delantero minimizó las críticas de la grada hacia el técnico y el presidente. Aun así, y a pesar de que la megafonía sonó a toda pastilla cuando acabó el partido, cuando los jugadores se retiraban al vestuario, éstos se convirtieron en la diana de todas las críticas. Y es que, Mestalla empieza a estar harta del comportamiento del equipo. Sin embargo, y a pesar de los pitos con que despidió al equipo, durante todo el partido, la afición arropó al once escogido por Emery para ganar al Athletico de Bilbao.

Banega quiso zanjar pronto el debate que alrededor del juego del equipo se había desatado tras el revés de Leverkusen y, cuando aún no estaban acomodados los aficionados, el argentino trató de anotar un gol que congelara la crispación. Esa era la consigna. No acertó el argentino pero sí declaró con qué intención afrontaba el Valencia el partido: la de competir. Y por extensión apaciguar a una grada que no comulga con el juego que está desplegando el equipo. Así fue. Mestalla, con más huecos de lo habitual por el mal tiempo, se conquista rápido. Ya lo avisaba una pancarta: "En la salud y en la enfermedad... yo creo". Pero también se desenamora a una velocidad de vértigo y, a la mínima, calla y silba. Así, en sólo un cuarto de hora, la grada pasó de aplaudir sin contención a pitar. Sobre todo, cuando Iraola (m. 15) mandó el balón al fondo de la red en un tercer rechace que, por ser fuera de juego, no subió la marcador. Y, en un acto reflejo, más de un aficionado miró al banquillo y al palco. El Valencia, al mismo ritmo que el Athletic se agrandaba, él se empequeñecía. Era lo previsible. Pero anoche, todos los que fueron al estadio, sabían adónde acudían y que el equipo les necesitaba.

Con el Valencia BC en el palco -llegaron tras ganar horas antes al Caja Laboral en Vitoria- y Kily González explicándo entusiasmado a su hija sus años de valencianista, fueron pasando los minutos hasta que Mestalla enmudeció al ver cómo Sergio Canales, desencajado, se retiraba en camilla llorando tras recibir una entrada en la rodilla que, posiblemente, le dejará en el dique seco varias semanas. Mestalla, por todo, sufría.

Tras el descanso, y con Llorente e Iraola en la ducha, el Valencia se sintió algo más cómodo, pero, como en la primera parte se fue diluyendo. Y la grada, muy solidaria, decidió empujar al equipo y hacer valor el factor cancha. Con mensajes como "¡Échale huevos, Valencia, échale huevos!", "¡A por ellos, oé, oé!", "¡la, la, la, valència!", Mestalla trató de llevar en volandas al equipo. Pero fue, el penalti no pitado sobre Soldado, tras un agarrón de Amorebieta, el que sirvió para fundir a grada y jugadores en un fin común. pero el gol de Munian lo congeló todo. Mestalla enmudeció y así permaneció hasta que, casi sobre la bocina, Soldado aprovechó un pase de Banega para marcar y empatar el partido. El gol, celebrado con rabia por los compañeros que se encontraban en el palco, sirvió para acallar las críticas que empezaban a surgir. El sábado, previo paso por La Romareda, Mestalla volverá a ver en acción al equipo.

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