Un 5 a 0 no está nada mal para cerrar un año futbolístico. Pero claro, antes hay que dar vuelta las páginas hacia atrás y ver qué hubo durante esos 350 y pico de días que pasaron del 2010. Y Central, claramente, se encuentra con demasiado dolor cuando hace ese recorrido. Por eso, la victoria, tan holgada, ante Aldosivi, sirve más que nada para soñar un futuro promisorio, un salto de ese pozo al cual este sapo no pertenece; una vuelta al lugar de pertenencia.
Inesperado, eso sí, fue el triunfo de Central. Por las cifras, por las formas. Porque no venía jugando bien el equipo dirigido por Rivoira. Y porque Aldosivi, a pesar de no mostrarse entre los líderes ni gozar de gran trascendencia ante la crítica, venía mostrando un interesante fútbol. Le faltaba, por supuesto, trasladarlo a los resultados. Y así le volvió a suceder anoche. Lo peor fue el cómo.
Le costó a la visita ponerse en ventaja. Recién lo logró a los 27 minutos, tras sufrir algún que otro sofocón, por medio de Rivero, que corrió unos 20 metros ganándole la espalda a Herrón y sacudió las redes de Campodónico con un derechazo bajo y cruzado.
Todo fue azul y amarillo en el segundo tiempo. No hubo dificultades en absoluto para la visita, que en tres minutos resolvió el pleito. Entre los 7 y los 10 de esa segunda parte. Primero, por un cabezazo desafortunado de Pena, que en su afán por despejar un remate del Kily González terminó introduciendo la pelota en su propio arco. Luego, con un penal de esos imperdonables que cometió Herrón. Lo pateó Figueroa, lo atajó Campodónico y el línea Rubén Bustos levantó su bandera. Adelantamiento, otra vez y, en la segunda chance, el goleador no falló.
Quedó tiempo para que ingrese Adrián De León y arme un descalabro aún mayor ante la atónita mirada de los marplatenses. Dos escapadas suyas derivaron en un gol propio y en una exquisita asistencia para Figueroa, que selló una goleada que le permite a Central soñar con un próspero 2011.
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