lunes, 14 de diciembre de 2009

CristianKilyGonzalez.blogspot.com: "Newell’s no apareció y la gran fiesta terminó en frustración" (CanchaLlena.com)


Cayó por 2 a 0 frente a San Lorenzo y quedó en la puerta del título; al director técnico Sensini y a los jugadores los dominó la congoja.

El vaso está medio vacío. No puede verse de otro modo si se dispone de cotillón, de música de carnaval para una fiesta de esas que conoce su historia. Debe tener amnesia Newell’s, que trastabilla en su casa, ante su gente. Las piernas parecen adormecidas, el corazón parece vencido, la mente es un rompecabezas indescifrable. Temblequea Newell’s, este Newell’s de magnífica campaña y de final de novela con pañuelo al borde de la desolación. Se amedrenta este buen equipo sin experiencia para descorchar. Sin Rolando Schiavi, un líder controvertido que juega mucho más por presencia que por desempeño. Sin otros referentes, con promesas, el miedo escénico que alguna vez ejemplificó Jorge Valdano debe de haber caído de golpe sobre el Parque Independencia. Un lugar en el mundo vestido de rojo, de negro, de gala para un festín que deriva en drama.
No puede verse el vaso medio lleno. La bofetada en la mandíbula que recibe de un discretísimo San Lorenzo, con un inspirado Bordagaray, el único delantero del Ciclón en 90 minutos, ese 2-0 que instala al equipo rosarino en un doloroso segundo lugar, sin entender cómo no se levantan las piernas cuando la hinchada advierte los goles xeneizes contra Banfield. Primero, Peratta se arroja con éxito en el penal que le adivina al Kily González. Al rato, en ese juego rosarino extraño de casi no pasar la mitad de la cancha, Bordagaray, a quien le habían marcado el penal, ensaya una joya por encima del arquero.
El gol de Palermo, el primero, debe provocar ese shock: Newell’s debe resurgir de las cenizas, en las que parece haberse encogido, si quiere la consagración. Y nada. No está, no aparece. Achucarro y Formica, por momentos, exponen sangre caliente en un contexto de fragilidad general, en esos diez minutos finales del primer tiempo, los únicos jugados a lo… campeón. Poco, tan poco como no saber ganar como local. Padecer el contexto. "Esto era todo o nada, y fue nada", cuenta Bernardi, el capitán. Fue nada, por lo menos ayer. ¿Cómo ver el vaso medio lleno, aún con la clasificación para la próxima Libertadores, si las manos se muestran tan vacías como sudorosas? "Sí, nos equivocamos mucho. Pero ¿qué puedo decirles a los jugadores? Si por ellos llegamos hasta acá", cuenta Sensini, el entrenador, que debe cortar sus palabras porque la congoja lo invade en vivo y en directo.
Boca marca otro tanto, canta la tribuna, dispuesta a un carnaval sin murga, sin cotillón. A Newell’s le duelen en el pecho esos goles: en lugar de agigantarse, se derrumba. No reacciona y el Ciclón lo aprovecha con otra conquista de Bordagaray, el mismo que ensaya un tiro en el palo. Newell’s ya no avanza con esfuerzo: sigue retrocediendo. Y se queda en un segundo lugar que le reserva la historia. Para bien y para mal.

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