miércoles, 27 de enero de 2010

CristianKilyGonzalez.blogspot.com: "Hibernar hasta que se recupere la vieja mística" (CanchaLlena.com)

Corría el invierno de 1998. Mauricio Macri estaba ante una de las decisiones más importantes como presidente de Boca. Debía designar al tercer DT de su gestión, luego de los fallidos ciclos de Carlos Bilardo y Héctor Veira. "Hasta acá, escuché a la gente y me guié por las encuestas. Ahora decido yo", dijo. Se tomó un avión a Madrid y tras siete horas de charla se convenció: Carlos Bianchi era el elegido.
Macri sabía que no podía fallar. Se dejó llevar por sus convicciones y por sus gustos futboleros. Bianchi tenía que armar el grupo por encima de las individualidades para sacar a Boca del "cabaret" por el que pasaron Latorre, Bilardo, Veira, Maradona, Caniggia, Kily González, Verón, Fabbri, el Pájaro Hernández, Manteca Martínez, Solano, Rambert, Pineda, Guerra, Tchami…
El resto es historia conocida: Macri, con los nueve títulos del Virrey, más los cinco de Basile, la Sudamericana de Benítez y la Libertadores que aportó Russo, se convirtió en el presidente xeneize más exitoso. La llegada de Bianchi fue la piedra basal de su ciclo. El Virrey generó un récord en vueltas olímpicas, posicionó al equipo a nivel internacional y contagió una mística en los jugadores que, con el paso del tiempo, se transformaron en referentes y guiaron a las futuras generaciones. Mística que estuvo viva hasta no hace mucho...
En este agitado verano de 2010, Jorge Amor Ameal se encontró ante uno de los momentos más importantes como presidente de Boca. Designó a Abel Alves, el tercer DT de su ciclo tras Ischia y Basile. Pero, en realidad, y como ya lo había sugerido Macri, piensa en la vieja mística. Y el Mellizo Barros Schelotto sería el hombre para otra reconstrucción en unos meses.
Hasta aquí, a Ameal no le alcanzó con Bianchi de manager, con Basile como DT, con referentes como Palermo, Riquelme, Battaglia, Abbondanzieri, Ibarra; refuerzos como Insúa, Medel, Rosada y jugadores de las inferiores como Monzón, Gaitán, Mouche, Viatri, Muñoz, Roncaglia, Forlín...
En 1998 Bianchi rescató a Samuel, Riquelme, Córdoba, Bermúdez, Serna, Guillermo, Palermo; recuperó a Basualdo y contrató a Ibarra. Hizo un superequipo. En junio, cuando se venzan los contratos de Palermo, Riquelme, Morel Rodríguez, Battaglia, Ibarra y de Paletta, se resolverá si alguno es rescatable para acompañar a los más chicos.
Puede funcionar lo de Alves. Aunque si la jugada sale mal, ya no estará el Bianchi manager y los dirigentes que habían perdido terreno en las decisiones futbolísticas dejarán de agitar las aguas. Ameal confía en que, con calma, Boca sobreviva a la hibernación. Y una vez superado el modo de espera, se active la reconstrucción. Con la vieja mística y con el preferido de Macri.

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