lunes, 23 de noviembre de 2009

CristianKilyGonzalez.blogspot.com: "Apertura 09: apuntes de la 15º fecha" (ValeChumbar.com)

→ Banfield le sacó una luz a Newell´s: en una nueva entrega de juego hermético para protegerse y práctico para explotar las pocas situaciones que se le presentan, Banfield se quedó con un encuentro bisagra que sirvió para robustecer su moral, aniquilar cualquier ilusión de Independiente y sacarle una pequeña -pero importante- luz de ventaja a Newell´s. El Taladro no perdió los papeles cuando Gandín sacó de la galera semejante bomba y no modificó su ruta de juego para ir a darlo vuelta y ser el primer equipo que profanó el estadio Libertadores de América. Pasó a ser el único puntero, a falta de cuatro fechas para el final. Le traspasó presión a los rosarinos pero también se autoimpuso una carga importante con la que deberá lidiar por primera vez en el torneo. Gallego había dicho en la semana que tenía la receta para sacarle el invicto al cuadro del Sur. No le funcionó y ya ni siquiera puede esperar meterse en la Libertadores 2010.
→ Un clásico rosarino distinto: cada vez que se asoma una previa del choque que paraliza Rosario, se anticipa una fiesta con mucho colorido y pasión (también violencia). Lastima que luego los jugadores, los técnicos y el desarrollo suelen quedar en deuda, permitiéndole al miedo apoderarse del clásico y rellenarlo con 90 minutos somníferos. El empate 2-2 que ayer firmaron Leprosos y Canallas nada tuvo que ver con esa habitual historia, y, en cambio, ofrecieron una primera parte inigualable, en la que volaron chispas y se intercambiaron golpe por golpe sin frenos. El Coloso pudo observar un Rosario Central nada tímido que salió a buscar la victoria y, después, a un Newell´s que no se dejó desbordar por la situación y fue a encontrar el empate. Unos 45 minutos de lo mejor que tuvo este sosegado Apertura, que luego no se pudieron sostener en el complemento. Era lógico esperar una debacle en el rendimiento, por las energías quemadas en el trepidante primer acto y por los diferentes ajustes que hicieron Sensini y Cuffaro Russo. Aplausos igualmente, rompieron con la tradición aburrida del clásico rosarino.
→ Boca se aprovechó de Gimnasia: El equipo de Basile no se transformó de la noche a la mañana, pese al rotundo 4-0 que le clavó a Gimnasia La Plata. Boca encontró la situación perfecta para lavar su raída imagen contra un rival que llegó sopesando sus peores horas y no se cansó de regalar facilidades. Un complemento perfecto para el hambre que mostraron Insúa -venía de hace una dura autocrítica sobre su nivel en la semana-, un Gaitán que sigue dando que hablar -taco y tijera preciosa- y un Palermo que, a falta de goles, se pone a fabricarlos, como hizo con ese pase riquelmeano para la definición voladora de Gaitán. Una goleada que sirve para intentar encontrar el norte, pero ya no sirve ni para luchas por el torneo ni para tratar de entrar a la Libertadores. El Lobo apenas inquietó con un tiro libre -palabra que ya infunde temor entre los Xeneizes- que Abbondanzieri se encargó de atrapar. Por las dudas, había ubicado a Medel sobre la línea, a su lado. Contundencia total para el Boca versión 4-3-3, que deberá confirmar su indicio de mejoría en el clásico contra San Lorenzo.
→ San Lorenzo se quedó el clásico: ninguno de los dos peleaba por nada más que por una inyección de moral y honor para cerrar el año. El triunfo fue para el discreto juego de un San Lorenzo grisáceo, que se impuso al toque sin utilidad ni profundidad de un Huracán ya devastado y que sólo conoce el disparo de media distancia. El equipo de Simeone aprovechó la altura de Civelli para quebrar el cero y, en la segunda parte, pese a que su funcionamiento no sufrió mejoras radicales, calibró mejor sus llegadas para transformar a Monzón y sus atajadas en el principal atractivo de un choque de bajo vuelo. Chaco Torres, olvidando su papel de cinco áspero, tomó un pase de Orode para esquivar al arquero y sentenciar el duelo. Lo mejor del Ciclón estuvo en el control del mediocampo que hicieron Kily González-Torres-Rivero, para volver estéril la injerencia de Bolatti en el centro y que el resto de sus acompañantes fueran puro decorado.

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