La hinchada vive en tiempo presente y por eso, en vez de hacerle algún mimo a Cristian González cuando salió a la cancha, de entrada cantó el "vamo’ los pibes". Es mucho lo que se juega el equipo de Cuffaro en esta temporada y la tribuna no le dedicó atención a uno de los referentes que, lejos de cumplir su expectativa de pelear un título con su querido club, por dos veces se fijó en la tabla de promedios y las pobres campañas de las que formó parte derivaron en este presente recurrente.Claro que el contraste que hizo la masa auriazul con el Kily, entre la juventud de hoy y la experiencia de ayer, dio pie a un análisis a modo de parámetro acerca de la conveniencia de prescindir de sus servicios a inicios de la temporada. Y la conclusión, no determinante, indicó que si Central hubiera tenido un hombre de sus características, hubiera tenido el partido a su favor en el primer tiempo.
El Kily hubiera preferido un recibimiento sin la indiferencia de anoche, aunque sea capaz de entenderlo. Pero el saludo que no tuvo de afuera, sí lo tuvo con creces adentro de la cancha. Por eso se abrazó con cada uno de sus ex compañeros y fue hasta el banco de relevos a hacer lo mismo con todo el mundo. Y después fue el único que impuso criterio de organizador para iniciar por su banda las jugadas, pocas, con mayor percepción de peligro, sobre todo aprovechando que Jonatan Gómez se iba hacia el medio. Cuando el pibe auriazul se estacionó más por derecha, como la lógica indicaba, el Kily sufrió eso de ser carrilero sin un lateral izquierdo detrás.
Pero lo dicho, aunque no sea necesariamente él, Central precisó un hombre capaz de frenar el vértigo y tomarse un segundo más antes de un pase crucial, o de ser importante en el área como Romeo, otro de experiencia. Eso lo privó de un mejor resultado, sobre todo en el primer tiempo. Después fue tarde.
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