San Lorenzo es el nuevo lider de un Apertura que no termina de consolidarse.Se hace complicado decir algo innovador sobre lo que pasa fecha a fecha en el fútbol argentino, porque todas las semanas se repite la ecuación: irregularidad, muchos equipos amontonados en los primeros puestos (8, para ser más precisos, separados por sólo 3 puntos), cambios permanentes en la cima de a tabla y partidos que van desde la clasificación de pésimos a regulares, sin que ninguno pueda ser considerado bueno o muy bueno. Todo, para decirlo claramente, es bastante pobre en el fútbol argentino.
El ruleta de ser puntero cayó ahora en San Lorenzo, que venció con muy pero muy poco a Rosario Central y, más por falencias ajenas que por virtudes propias, se topó con una posición que no esperaba en lo más mínimo.
Es interesante recordar que San Lorenzo, hace cuatro fechas, había prácticamente renunciado a pelear el Apertura ya que le estaba yendo bastante bien en la Copa Sudamericana.
Todos recordarán que Simeone, tras un triunfo y cuatro empates en las cinco fechas iniciales del Apertura, puso ante Tigre -en Victoria- un equipo de suplentes que, en caso de perder, lo dejaba bastante lejos de la lucha por el título.
Aquel partido lo ganó 3-2 de milagro y, de ahí en más, hilvanó tres éxitos consecutivos (River, Chacarita y Central) que ahora lo dejan, insólitamente, puntero. Y decimos insólitamente porque San Lorenzo, al menos hasta hoy, no jugó un solo partido con la autoridad que debería tener un líder.
El de Simeone es un equipo que se reforzó en defensa, que sostiene el cero en su arco y que, después, hace más o menos lo que puede de tres cuartos de cancha hacia adelante.
Simeone parece haber encontrado con Migliore, Aguirre, Civelli y Botinelli una línea de tres que rinde, especialmente cuando se le suman Pinto y el Kily González, por derecha e izquierda, con lo que pasa de defender con tres a hacerlo con cinco hombres en su santiamén.
En el medio equilibra con Chaco Torres, con los mencionados Pinto y González (quienes van y vienen) y suma alternativamente en ataque a Rivero, Menseguez, el Papu Gómez y Romeo, su único delantero de punta. Con este dibujo poco habitual para el fútbol argentino 3-1-3-1 si ataca y otro 5-2-2-1 si defiende, se la rebusca para estar puntero. ¿Habrá salto de calidad? Debería, porque con lo que mostró hasta ahora podrá pelear arriba pero no le sobra nada como para ser campeón. Aunque en el fútbol argentino nunca se sabe.
La lista de conjuntos que persiguen a San Lorenzo es larga: Colón (el próximo domingo quedará claro, cuando enfrente justamente a San Lorenzo, si le da el cuero para luchar por el título), Vélez (es un equipo tan sólido que muchas veces aburre), Argentinos (crece en silencio la propuesta de Borghi), Estudiantes (el mejor de todos, pero ahora se topó con una racha irregular que lo hizo caer en la tabla), Independiente (un caso parecido al de San Lorenzo: no juega demasiado bien pero saca resultados favorables), Newell's (está para pelear de la mitad de la tabla para arriba) y Banfield (prolijo, enmarañado, como le gusta a Falcioni pero con un techo muy marcado).
La semana que viene hay dos partidos excepcionales. Colón-San Lorenzo, que bien podrá marcar a fuego el destino en la lucha por el título y River-Boca, en donde River se juega salvar el semestre y Boca la chance de estar arriba en al tabla.
River, este devaluado River, tiene poco para perder y mucho para ganar. Boca se juega en un partido el destino de lo que resta del año. Cualquiera podría decir que es un superclásico devaluado. Para nosotros es exactamente lo contrario: un partido que puede darnos, tal vez, lo mejor del año en materia de clásicos. Veremos que pasa.
El ruleta de ser puntero cayó ahora en San Lorenzo, que venció con muy pero muy poco a Rosario Central y, más por falencias ajenas que por virtudes propias, se topó con una posición que no esperaba en lo más mínimo.
Es interesante recordar que San Lorenzo, hace cuatro fechas, había prácticamente renunciado a pelear el Apertura ya que le estaba yendo bastante bien en la Copa Sudamericana.
Todos recordarán que Simeone, tras un triunfo y cuatro empates en las cinco fechas iniciales del Apertura, puso ante Tigre -en Victoria- un equipo de suplentes que, en caso de perder, lo dejaba bastante lejos de la lucha por el título.
Aquel partido lo ganó 3-2 de milagro y, de ahí en más, hilvanó tres éxitos consecutivos (River, Chacarita y Central) que ahora lo dejan, insólitamente, puntero. Y decimos insólitamente porque San Lorenzo, al menos hasta hoy, no jugó un solo partido con la autoridad que debería tener un líder.
El de Simeone es un equipo que se reforzó en defensa, que sostiene el cero en su arco y que, después, hace más o menos lo que puede de tres cuartos de cancha hacia adelante.
Simeone parece haber encontrado con Migliore, Aguirre, Civelli y Botinelli una línea de tres que rinde, especialmente cuando se le suman Pinto y el Kily González, por derecha e izquierda, con lo que pasa de defender con tres a hacerlo con cinco hombres en su santiamén.
En el medio equilibra con Chaco Torres, con los mencionados Pinto y González (quienes van y vienen) y suma alternativamente en ataque a Rivero, Menseguez, el Papu Gómez y Romeo, su único delantero de punta. Con este dibujo poco habitual para el fútbol argentino 3-1-3-1 si ataca y otro 5-2-2-1 si defiende, se la rebusca para estar puntero. ¿Habrá salto de calidad? Debería, porque con lo que mostró hasta ahora podrá pelear arriba pero no le sobra nada como para ser campeón. Aunque en el fútbol argentino nunca se sabe.
La lista de conjuntos que persiguen a San Lorenzo es larga: Colón (el próximo domingo quedará claro, cuando enfrente justamente a San Lorenzo, si le da el cuero para luchar por el título), Vélez (es un equipo tan sólido que muchas veces aburre), Argentinos (crece en silencio la propuesta de Borghi), Estudiantes (el mejor de todos, pero ahora se topó con una racha irregular que lo hizo caer en la tabla), Independiente (un caso parecido al de San Lorenzo: no juega demasiado bien pero saca resultados favorables), Newell's (está para pelear de la mitad de la tabla para arriba) y Banfield (prolijo, enmarañado, como le gusta a Falcioni pero con un techo muy marcado).
La semana que viene hay dos partidos excepcionales. Colón-San Lorenzo, que bien podrá marcar a fuego el destino en la lucha por el título y River-Boca, en donde River se juega salvar el semestre y Boca la chance de estar arriba en al tabla.
River, este devaluado River, tiene poco para perder y mucho para ganar. Boca se juega en un partido el destino de lo que resta del año. Cualquiera podría decir que es un superclásico devaluado. Para nosotros es exactamente lo contrario: un partido que puede darnos, tal vez, lo mejor del año en materia de clásicos. Veremos que pasa.
Mariano Hamilton.
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