domingo, 31 de mayo de 2009

CristianKilyGonzalez.blogspot: "Independiente tuvo una alegría en medio del barro" (Clarín)

Corren tiempos de grandes achicados. Boca se va de la Copa por culpa de Defensor, la única posibilidad que tiene River para regodearse es la desgracia de Boca, Racing se consume tratando de evitar la Promoción y la crisis total de San Lorenzo no la evita ni Marcelo Tinelli. Son tiempos de estrecheces. De presentes encogidos. E Independiente está ahí, mezclado y revuelto con sus hermanos de glorias añejas.
En medio de esta debacle absoluta de los poderosos, el equipo que conduce Américo Gallego, que vive días de máxima turbulencia, encontró ayer una joya en medio del barro. Le ganó a Central de modo extraño, en un partido que pudo perder claramente en el primer tiempo, que nunca jugó mejor que su rival y que al final terminó adjudicándose de modo abultado porque Daniel Montenegro tiene hoy en la estructura el peso y la gravitación que ese ídolo llamado Ricardo Bochini tuvo en los grandes equipo de la mullida historia del Rojo Rey de Copas.
O, sin duda, Montenegro, capaz de salirse de letra y hacer lo que haga falta en el momento justo, resulta para este Independiente lo que Juan Verón es para el Estudiantes actual. Sin ellos, seguro que otro gallo cantaría.
A esta altura del domingo, Central debe estar preguntándose cómo entró ese derechazo para el 1-0 cuando de la mano del Kily González parecía que se estaba acercando a la apertura del marcador. Central, por estas horas, no debe terminar de entender cómo el Rolfi clavó el 2-0, a lo Carlitos Tevez, un derecho en la izquierda gambeteando para adentro y fulminando a Broun con un disparo inapelable. Y qué decir del tercero, ese tiro libre desde la derecha cobrado con otro derechazo.
Ni más ni menos, estas fueron las únicas diferencias entre Independiente y Central. O se podría agregar a Fabián Assmann, quien en el primer tiempo le puso las manos a cuatro chances netas de gol de Franzoia, Lima, Vizcarra y Moreno y Fabianesi. Además, Central, debatiéndose ahora entre las dudas que le plantea el futuro, tampoco alcanzará a comprender por qué no fue al arco aquella chilena de Ezequiel González realizada desde el borde del área chica.
Gallego, quien se equivocó feo en la semana con sus cuestionables decisiones, demostró ayer lo que sabe de fútbol con un cambio clave: en el entretiempo excluyó a Ríos, puso a Vittor y rearmó la mitad de la cancha con Godoy (se encargó del Kily y lo neutralizó), Pusineri, Vittor y Mancuello.
El segundo tiempo regaló lo mejor del encuentro porque Montenegro resucitó al Rojo y porque Central, a despecho de su marcada falta de claridad para poner la pelota en el área de enfrente, fue y fue con la fe de que se podía.
Sobre el final fue 3-1 por Zelaya. Luce exagerada la diferencia. Salvo que se la explique desde la jerarquía de Daniel Montenegro.

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