
Los cantitos, las banderas y las cargadas fueron parte de la fiesta previa. Ya más cerca del estadio de Arroyito fueron los hinchas de Central los que coparon la parada y desplegaron toda la mística que distingue a los canallas. Por decisión de las autoridades del club la mayoría de las localidades fueron para los locales, que aceptaron la propuesta y reventaron las plateas y las populares, que lucieron repletas de simpatizantes auriazules.
Fue la polémica bandeja superior la última en llenarse: a 20 minutos del inicio del encuentro todavía quedaban algunos claros. Finalmente la gente llegó y por primera vez ese sector fue ocupado por 3 mil canallas que estaban rodeados de un férreo control policial.
En una jornada con una temperatura ideal para ir a la cancha, los casi 30º se sintieron en el Gigante. Muchos fueron los que a pesar de estar en pleno mayo se animaron a seguir el partido con el torso desnudo y usaron las remeras para revolear mientras cantaban sin parar.
También los casi 4 mil hinchas de Newell's vivieron su fiesta en la previa. Con inflables rojos y negros trataron de que el aliento no decayera, pese a que esta vez eran la mitad los presentes.
El recibimiento a ambos equipos fue inmejorable. Los leprosos se hicieron sentir cuando los jugadores se acercaron para saludar a quienes hicieron colas de casi un día para conseguir las pocas entradas que estuvieron a la venta y acompañar al equipo en el encuentro más importante del año. Los locales salieron en segundo lugar y la ovación fue total: los papelitos, bombas de humo, inflables azul y amarillo llovieron desde los cuatro costados. Hubo cánticos para el Kily González y también para el técnico Russo, al que le pedían que repita la hazaña del recordado 4 a 0.
Cuando Héctor Baldassi marcó el inicio todas las conjeturas quedaron de lado y comenzó a dibujarse el juego del que se va a hablar toda la semana.
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