domingo, 19 de abril de 2009

Central sacó un punto que vale oro (LaCapital.com.ar)

El traspaso de mando no será tan traumático pese a lo asfixiante de la coyuntura. En ese sentido, Miguel Angel Russo pudo irse a dormir tranquilo. Ariel Cuffaro Russo se las ingenió para entregarle un equipo que ayer mantuvo compostura táctica para sacar adelante un partido decisivo en la lucha por evitar la promoción y el descenso. De hecho, el técnico entrante tomó como una buena noticia el empate 1 a 1 que consiguió Central ante Gimnasia y Esgrima La Plata. Porque no sólo le permitió seguir poniéndole la mano en el pecho con tres puntos de distancia al Lobo, sino que el resultado representa un buen aliciente para cortar la cinta de su ciclo. Por algo al final del encuentro, el propio Russo le confió por lo bajo a Ovación: "El equipo jugó un buen partido. Por la semana que tuvieron estos jugadores, me voy conforme con la producción", fue el medido discurso que utilizó Miguel antes de subirse al micro para el regreso.
Russo sabe que no le dejaron un Fórmula Uno en la pole position. Aunque igual se llevó la imagen que fue a buscar al Bosque. Es que se encontró con un equipo que llegó atado de pie y manos en lo anímico tras la controvertida salida de Reinaldo Merlo y que al final supo rearmarse desde las cenizas. Incluso, esquivó las esquirlas que le saltaban por todos lados y también miró para otro lado cuando algunas versiones aseguraban que el grupo estaba fracturado en su médula ósea. Nada de eso operó para que estos jugadores les dieran la mejor de las bienvenidas a Miguel y regaran con esfuerzo el buen planteo de Cuffaro.
El ejemplo más claro fue el partido que disputó Cristian González. Después de casi cinco meses de ausencia por una lesión ligamentaria en la rodilla derecha, el Kily sacó la cara como nadie por Cuffaro y le avisó a Russo que es capaz de sumar desde su rol de líder.
Detrás del capitán se encolumnó un equipo dinamitado en sus fibras íntimas. Pero con pulso para salir a flote. Lo demostró Ezequiel González estando a la altura de las circunstancias luego de ser señalado como el chico malo de la tapa que desembocó en la salida de Mostaza. También contribuyó a la causa Franzoia terminando con la camiseta transpirada como nunca antes había ocurrido desde su llegada a Central. Zarif cumplió disimulando sus limitaciones en una posición que no es la suya. Y así siguen las firmas con una formación que dio la talla con la importancia de lo que se jugaba.
Cuffaro hundió el bisturí en el armado del equipo y se la jugó por los experimentados. La apuesta merece un aprobado con fibrón fosforescente. Porque, en cierto modo, le allanó el camino a Russo. No le simplificó el trabajo. Pero el gran mérito estuvo en arrancarle en una semana muy convulsionada esa postura amarrete que le había incorporado Merlo.
Pese a que la intempestiva huida de Merlo amenazó con causar un temblor, la sucesión no aparece en medio de un camino de espinas. Es que la renuncia acercó otros aires. Fue una buena decisión dirigencial afrontar el interinato con Cuffaro. Ni hablar de la contratación de Russo. Porque con el enroque de nombres ganó Central.

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