domingo, 19 de abril de 2009

Un Kily y un pancito (LaCapital.com.ar)

"Hay que hablar con los pies", dijo Cuffaro Russo en la previa de anoche. La frase iba para Ezequiel González, pero no sólo él la hizo carne, sino Cristian González, que hacía rato venía pidiendo pista, que contenía su ansiedad porque Merlo no lo ponía y que en su primera aparición pública del año demostró por qué su aporte sigue vigente y no debe menospreciarse, menos en un momento como este. Fue la figura, simbólica sobre todo, porque quizás Guillermo Burdisso estaba para llevarse el laurel. Pero la consideración no sólo debe contener el gol del alivio canalla, sino que se bancó bien los 90 minutos, después de nada menos casi cinco meses afueras de las canchas.
Por obsecado, por no dar por perdida una pelota que trabó dos veces, el Kily se rompió el ligamento interno de la rodilla derecha ante Independiente, el 22 de noviembre pasado. Y no sólo pasó por la dura prueba de la recuperación y de una posible rescisión de contrato que fue la comidilla del verano, sino que encima anoche, en el segundo tiempo, puso esa pierna para rechazar una pelota y durante tres segundos se paralizó. Recién cuando pisó y se dio cuenta que seguía estable se tranquilizó, y así pudo llegar a un desenlace feliz, pero no el ideal de lo soñado. "Hubiera sido el partido soñado si Central ganaba", dijo, aunque
reconoció que "hacer un gol y que el equipo no pierda me pone contento".
El Kily jugó por el carril izquierdo, aunque a veces bajó por el centro. Y, sobre todo en el segundo tiempo, se asoció muy bien al Equi González para sacar al equipo de la asfixia. "Por momentos el equipo me gustó, porque nos decidimos a jugar y a tener la pelota", señaló.
El pueblo canalla valoró su guapeza desde su salida a la cancha y ni hablar cuando se consumió el partido. Su nombre atronó en el Bosque y hasta le ganó al "es el equipo de Miguel" que antes había copado la parada. "Creo que la gente se fue muy contenta", dijo. Con él, seguro.

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