viernes, 21 de noviembre de 2008

Aprendamos cómo respetar a los ídolos

Mientras que "el gran capitán", Cristian González, es suplente en su querido Rosario Central, en Real Zaragoza lo tienen como uno de los últimos referentes del club, aún después de 12 años de su llegada a España, en 1996, luego de su breve paso por Boca Juniors, donde jugó con Diego Maradona.
En Zaragoza jugó 82 partidos, y convirtió 12 goles en tres temporadas, 96/97, 97/98 y 98/99, cuando fue transferido al Valencia, donde también quedó como uno de los grandes ídolos históricos.
Parece ser que en único lugar en donde no se valora al Kily González es en su propio club, en el club que lo vio crecer futbolisticamente, y del cual él es hincha fanático, por el cual ha viajado desde Europa sólo para verlo jugando un partido de Copa Sudamericana, o por el cual dejó un contrato con el Inter, para cumplir una promesa que realizó el día en que se fue de la Institución, en 1995.
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(Nota: "Gustavo Poyet" por JAVIER LAFUENTE para DiarioEquipo.com)
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Si tuviera que elegir a los tres últimos grandes líderes que ha tenido el Real Zaragoza en el terreno de juego me quedaría con Juan Señor, Kily González y, por supuesto, con Gustavo Poyet. Los tres, herederos del gran Nino Arrúa, el jugador que mejor ha sabido comunicar con La Romareda la euforia del fútbol. Y cuando hablo de líderes en el campo no me refiero exactamente a los mejores, que también pueden ser, sino a los que motivan, ilusionan, deciden, animan, abroncan, reconfortan y convierten cada partido en una cuestión de Estado o de orgullo propio.
El uruguayo sigue siendo un ídolo en Zaragoza pese a que han pasado ya más de diez años desde su marcha. Fue una de las atracciones en el partido benéfico del pasado domingo -para muchos la principal fue, para qué engañarnos, Butragüeño y el Real Madrid- y no defraudó, ni mucho menos. Era la primera vez que participaba en un encuentro de Aspanoa y la gente lo aclamó con cariño. El público no olvida lo que significó Gustavo Poyet en los años dorados de la década de los 90, como tampoco olvida a los demás componentes de aquel gran Real Zaragoza.
Se echa en falta alguien como él en el actual Real Zaragoza. O como Kily González o Señor. Y no me refiero a la calidad, sino a la forma de entender el fútbol. Al entusiasmo y a la complicidad con el espectador. Poyet era como un maestro de ceremonias, atento al equipo y al partido, pero dispuesto a ofrecer al público algo más que juego. Le brindaba sentimientos. En la plantilla actual no existe un Poyet, pero más de un jugador está capacitado para asumir el papel de un líder que transmita calor y pasión a las gradas. Que el invierno es muy largo en Segunda.
Esperemos que la actual dirigencia de Rosario Central aprenda rápido a respetar a los ídolos que nos dió el club.
Ana Carnovale.

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