domingo, 1 de marzo de 2009

Opinión: las observaciones desde adentro

Tal como dice la nota de Rosario3, el viernes por la noche, y tras el tercer gol de Banfield, muchos de los hinchas de Central presentes en el Florencio Sola comenzaron con el clásico "Oh, que se vayan todos, que no quede ni uno solo". Pero como es habitual en el periodismo, se ve y comenta una sola parte de la realidad. Puedo afirmar (ya que estuve presente) que no toda la gente de Central pedía "que se vayan todos". Mientras que desde una parte de la popular se reclamaba y hasta se amenazaba, desde otro sector nacía el "soy canaya, soy canaya". Parece que hay hinchas que todavía no entendieron que con la agresión no se llega a ningún lado (como si los dichos del presidente en la filial de Funes hubieran servido para mejorar las cosas).

Al terminar el partido, los jugadores se retiraron rápidamente por la manga salvo por Pablo Álvarez, recientemente llegado al club, que se quedó a disculparse con los pocos hinchas que todavía quedábamos en la tribuna. Tras recibir los aplausos a modo de aceptación de las disculpas de su gente, Álvarez regaló su camiseta, arrojándola por sobre el alambrado. La gran pregunta es: ¿donde estaba el capitán, donde estaban los jugadores que salieron y son hinchas de Central mientras "el nuevo" en el club ofrecía disculpas ante la poca gente que quedaba?. Seguramente ya en el vestuario, invadidos por la bronca y la impotencia, pensando por qué no pueden hacer bien su trabajo. Habría que empezar a preocuparse un poquito por la gente también, que hasta dejaba caer sus lágrimas después de viajar 300 kilómetros para ver a su equipo y se volvió a Rosario con un 3 a 1.
Entre todos, con el apoyo de la gente y la garra de los jugadores, Central se va a salvar. Sólo falta ponernos de acuerdo: hay que dar lo mejor de cada uno, no esconderse, ni amenazar, ni insultar a nadie.
Ana Carnovale.

No hay comentarios.: